La madrugada del sábado 12 al domingo 13, la pasamos en el Monte del Gato, disfrutando de las Perseidas...De la luna...Del camino y sus sensaciones...Y con apertura a lo que nos depara el momento. Y una de esas sorpresas fueron las perdices. Acurrucadas en la vegetación, junto al camino, permanecían ajenas a nuestra visita, con nuestras luces y ruidos. Ellas a lo suyo, a lo que parecía ser dormir con los ojos abiertos.
Caminar por la noche por una zona despoblada, sin apenas caminos; tumbarse en una roca y mirar en silencio al cielo, esperando la siguiente estrella fugaz. Sentir el frío, el viento o la humedad. Percibir los sonidos que llegan desde cualquier parte. Desorientarse y volver a orientarse (con la seguridad que dan los guías experimentados 😉). Todos estos aprendizajes llenaron de contenido la experiencia ¡Ah! Y el montón de estrellas que pudimos contemplar, a pesar de la intensa luz de la luna. Como se cumplan todos los deseos pedidos...
De las estrellas no hay fotos. Para eso hace falta una tecnología fotográfica con la que no contamos. Para colmo, una vez más, mi flamante sony alfa 6000 está indispuesta. Recién salida del servicio técnico y una vez más no la puedo usar. Gracias a Stef tenemos este testimonio gráfico.
La idea de ruta nocturna, una vez más, ha resultado apasionante. Esperamos repetir muy pronto.